martes, 21 de diciembre de 2010

El que Vivía Encantando Palabras

Erase una vez un hombre al que las palabras le salían a borbotones. Desde muy niño descubrió que si sabía expresar las ideas adecuadas, el mundo se rendiría a sus pies.
Y aunque no se lo contó a nadie, supo en su fuero interno que su verborrea podría abrirle puertas insospechadas, caminos ignorados por el resto de los mortales.
Al principio todo fue bien. Ocupó puestos de responsabilidad en grandes multinacionales. Su leyenda de negociador nato elevó su fama hasta extremos insospechados. Sus rivales asumían su discurso como propio, entusiasmados por una retórica desconocida y subyugante.
Después llegó el baño de masas. Como político no tuvo rival. Sus intervenciones en el Congreso eran temidas por sus oponentes, a los que no les quedaba otro remedio que encajar, con resignación mal disimulada, los dardos de su oratoria punzante.
Su vida se convirtió en una carrera vertiginosa que no parecía tener fin. El hombre más envidiado de la tierra hacía y deshacía a su antojo, doblegaba voluntades e imponía criterios mientras jugaba a ser Dios.
Un día, sin embargo, conoció a una mujer que le pareció diferente a las demás. Fue como un fogonazo. Incapaz de procesar sus sentimientos sintió que sus hormonas pugnaban por exteriorizar instintos irrefrenables y animales. No se trataba de una belleza exhuberante, ni siquiera de un ser excepcional. El gran mago de la sintáxis sintió pánico. Por primera vez percibió un vacío insondable en la boca del estómago. Y entonces, dudó.
Cuando por fin consiguió desnudar sus sentimientos, convencido de que ella se plegaría sin condiciones al persuasivo sonido de su voz, sólo acertó a musitar un apenas perceptible, "te quiero". Simple, verdadero y dulce.
Pero contra todo pronóstico, ella no respondió. Se limitó a sonreir con un gesto de conmiseración próximo a la lástima, mientras movía la cabeza de izquierda a derecha. Nunca la volvió a ver.
Desde entonces, el que fuera encantador de palabras, vive apartado en algún lugar del mundo, sumido en la tristeza y el anonimato. Preguntándose todos los días cómo la mujer de su vida fue capaz de rechazar la frase más bella y sincera que jamás salió de sus labios.

1 comentario:

  1. Me fascinó la manera en que lo escribiste.. !

    A todos les llega la hora en la que les rompen el corazon no?

    Un beso!

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