We may never know

Alguna vez alguien les habló de algo o de alguien del cual a ustedes antes ya les habían hablado o se habían informado de eso, y solo por ser cortés o para no ser como se dice "tranca" escucharon a la persona hablándole del mismo tema?
Seguro que sí, a veces es tedioso, pero otras veces esa persona tiene más detalles de lo que vos creías ya sabías suficiente.
Siempre se aprende algo nuevo o se conoce más de algo, haha solo hay que saber ver no?
Es molestoso también cuando te hablan de cosas que no te interesan, vos disimuladamente haces ver que no te interesa esa conversación, pero la otra persona está tan interesada en lo que esta contando que ni cuenta se da de tus señales, entonces vos te pones a pensar: le digo o no que no me interesa? Dependiendo de la persona y el grado de camaradería que tenga con ella, yo se lo digo abiertamente aunque siempre tratando de no llegar a sonar hiriente o desaprobadora, pero claro, si es importante para esa persona lo que me está contando, pues me aguanto, y la escucho pacientemente, como hacen o deberían hacer los amigos.
Generalmente lo que más nos molesta para no decir nos duele es cuando nos dicen nuestras verdades, pero eso también depende de que tipo de verdades, si son de las verdades halagadoras o cepilleras nos encantan [particularmente a mi me hace sentir cohibida y extraña que me digan muchas cosas bonitas, tiendo a desconfiar, por eso no me gustan mucho los halagos/piropos D:] pero si son las verdades, de esas que creemos que solo nosotros sabemos y que nadie más lo tiene que saber, o donde nos apuntan con el dedo a algo que intentamos esconder porque se trata de nuestro dark side nos molesta, muchos se enojan, arman berrinches o un teatro para camuflar lo que fue dicho y toda la atención vaya a otro lado.
Yo creo que si se pudiese cambiar ese formato preestablecido sería mucho mejor la convivencia, si todos pudiésemos manejarnos con la verdad sin que alguno se sienta "dolido" o "amenazado" por el simple hecho de decirle lo que de verdad es y no lo quiere admitir, en vez de que se ufane cuando se le mande tremendas salamerías que muchas veces ni la persona que lo dice, ni quien las recibe se las cree.